El pasado día 18 en Nueva Enfermería leímos con estupor la carta que el Presidente del Consejo General de Enfermería (CGE) había dirigido a sus colegas provinciales el día anterior.
El objeto de la misma, parafraseando a González Jurado, era “compartir información y reflexiones” sobre los dos acontecimientos que en las últimas semanas han soliviantado especialmente a la enfermería española: El Real Decreto (RD) sobre prescripción enfermera y el proyecto de renovación de los Estatutos Generales.
Con respecto a la Prescripción Enfermera, los términos que utiliza il Dottore para referirse al asunto no admiten medias tintas: Considera la norma “una cacicada” y “una repugnante traición del ministro”. Duras palabras, sin duda, para un RD que aún no ha sido publicado en el BOE y cuyo borrador en última instancia sufrió, al parecer, un cambio clave. Un matiz que lo complica todo mucho, ya que reduce aún más las posibilidades de conseguir un ámbito de prescripción autónomo. Pretensión muy mermada desde que se aprobó la modificación de la ‘Ley del Medicamento’ que excluyó a las enfermeras de la facultad de recetar medicamentos sujetos a prescripción médica en el ámbito de sus competencias (incluyendo, sin embargo, a odontólogos y podólogos).
Lo que más nos choca en Nueva Enfermería, sin embargo, es que ni el Presidente del CGE ni su inseparable compañero, el Secretario General del SATSE (Sindicato de Enfermería), han hecho mención alguna al curso que pretenden que realicemos obligatoriamente los 270.000 enfermeros españoles para conseguir un certificado que nos permita prescribir. Nos parece, utilizando el mismo argot que Máximo González Jurado, una traición repugnante la cometida por nuestros “representantes”, que en contra de la opinión de expertos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios insisten en la necesidad de certificación de unos conocimientos que poseemos desde la universidad.
(Este informe es citado en el dictamen del Consejo de Estado sobre el Real Decreto y se lo hemos solicitado a la AEMPS utilizando el cauce legal que indica la Ley de transparencia, acceso a la información y buen gobierno, y estamos a la espera de poder disponer del mismo.)
En cuanto al revuelo generado por los #EstatutosMordaza, nos satisface comprobar que los colegios provinciales han detectado, y así lo reflejan en sus alegaciones, lo mismo que numerosas personas, colectivos y asociaciones de enfermería llevamos denunciando desde la filtración del borrador preparado por el CGE. El régimen disciplinario y sancionador propuesto es, sin duda, desmedido e irreal.
Se nos antoja ridículo que González Jurado personalice en sí mismo las críticas a un proyecto a todas luces inconstitucional. Especialmente cuando éstas no tienen un único origen, sino que llegan desde múltiples profesionales, colectivos y colegios provinciales.
El tratamiento que el presidente reserva a AME (Asociación Madrileña de Enfermería Independiente) denota la intención de manipular a los lectores de su folletín, así como el menosprecio que destilan sus palabras rayando el esperpento… ¿Cómo que <<desconocemos su composición>>?. En su página web encontramos rápidamente a los miembros de la junta. ¿Desidia o ganas de desinformar?
Para finalizar, nos gustaría enviar un mensaje, tanto al Presidente del CGE como a sus colegas de los colegios que presuntamente, porque aún no sabemos ni cuántos ni cuáles son realmente, le apoyaron recientemente con su voto: si lo que pretenden es sugerir de esta manera tan pueril que el ámbito de rechazo a su incompetencia manifiesta empieza y acaba en la citada asociación, es más que evidente que no es así.
AME tal vez sea la más activa y visible, pero no es la única asociación dentro de la Enfermería de nuestro país que plantea la necesidad urgente de un cambio en la cúpula colegial estatal. Además de bastantes colegios provinciales (cada vez más), somos numerosos los profesionales que, expresándonos organizadamente en la Asociación Enfermería de Asturias-AEA, Unidos por la Enfermería-UNENF, Nueva Enfermería, etc., o individualmente desde nuestros perfiles en redes sociales y blogs, pero sobre todo en nuestros puestos de trabajo, hemos interiorizado como nuestras las instituciones y estamos decididos a ejercer la crítica constructiva que tanto necesita nuestra profesión para crecer como tal.
Prueba de ello es la Declaración de Oviedo que pretende ser el comienzo de un punto de encuentro entre todos los profesionales que sabemos que dentro del actual marco corporativo no es posible dar salida a las aspiraciones y solución a los problemas de la Enfermería y a los nuestros propios.
Bravo!!